martes, 23 de noviembre de 2010

Día 17

Hacía un día esplendido pese al frío, ni una sola nube gris. Se respiraba todo el frescor de las montañas mientras el sol irradiaba en todo su esplendor consiguiendo casi una temperatura primaveral. Era la mañana siguiente a su llegada, aquella casita rural era el toque perfecto para un fin de semana especial. Cuando llegó la noche anterior coincidió con una pareja de recién casados, una familia con un par de niños y un grupo de chavales. El comedor rústico y acogedor le hicieron sentir cómoda, pero sobre todo la chimenea, le encantaba pasar horas mirando el fuego, le relajaba y le sosegaba. A la hora del café todos los allí reunidos comenzaron una tertulia, contando historias, anécdotas, sucesos.. Intentó integrarse en aquella variopinta reunión, todos eran amables y agradables, sin embargo no conseguía entrar de forma fluida sin esfuerzo...
La idea de escapar de todo y de todos no estaba siendo como ella esperaba...unos cientos de kilómetros no eran suficiente para huir de la realidad. Ni siquiera había terminado de instalarse y decidió volver a irse. Un fin de semana lejos de la ciudad...pensó..pero como todas las decisiones que últimamente tomaba, era impulsiva y descabellada. Descabellada en cuanto a sus perspectivas claro, en ocasiones seguir los impulsos que te dicta tu corazón o tú intuición son buenos, siempre y cuando asumas que si el resultado no es el esperado tengas las fuerzas suficientes para no hundirte más..
En ocasiones es fácil seguir esos impulsos. Cuando salen bien nos hacen ser más impulsivos aún y sentirnos más decididos, por el contrario cuando no llegan a buen puerto, perseveramos en nuestro intento por seguir llevándolos a cabo, ya que siempre pensamos que al siguiente nos saldrá todo de maravilla por que la racha de los malos tiempos o las malas intuiciones en algún momento tiene que parar...
Pensó en que sería buena idea conocer gente nueva, compartir otros momentos con gente desconocida, abrir su corazón y su mente al exterior, pero no se daba cuenta que aún no estaba preparada para ese paso. Subió a su habitación pero no podía dormir, se sintió enormemente sola y perdida, en una cama ajena, con gente desconocida y completamente fuera de lugar. En otro momento hubiera disfrutado enormemente de aquel sitio, en otras circunstancias sería el espacio idóneo para ella, pero se dio cuenta que por muy maravilloso que sea un paisaje, o hermosa que sea una ciudad o estupenda que fuera la gente que compartía su viaje, todo, todo eso es algo inútil cuando uno no se siente preparado para admirarlo y disfrutarlo. El efecto era el contrario a lo que ella pretendía, toda aquella perfección a su alrededor se volvió hacía ella para notar aún más su soledad.
Siempre que la melancolía se apoderaba de ella caía en las redes de la memoria y los recuerdos, esos tan difíciles de borrar cuando además con el tiempo se magnifican irracionalmente. Había tenido mucha suerte pensó, y recordó lo maravilloso que fue sentirse lo mas hermoso del mundo para otra persona, ahora sólo le quedaba seguir su camino e intentar cerrar esa puerta tan valiosa para ella.
La luz de las velas reflejaban su  rostro, el humo del cigarrillo recorría la habitación, en sus oídos resonaba una y otra vez una dulce melodía. Con voz tenue y apagada tarareaba la canción "Tú eres hermosa.."  "Tú eres hermosa para mí..."


sábado, 6 de noviembre de 2010

Día 16

    El ocaso y la inconsciencia hizo que rememorara momentos patéticos y dolorosos que durante el transcurso de su existencia había vivido. La nostalgia parecía atraparla en una maraña de hilos enzarzados sin posibilidad de solución alguna para desmembrar aquel enorme y gigantesco enredo. Sin cabida en su escogida vida actual, se sentía en un continuo descenso hacia las profundidades del mar, cada vez más profundo, cada vez más oscuro, cada vez mas hondo...Las probabilidades de salvarse de aquella escena digna de un auténtico thriller no era una hipótesis muy factible que digamos, realmente eran sin lugar a duda bastante decepcionantes y frustrantes. La lucha constante contra sus sentimientos la estaba dejando visiblemente demasiado deteriorada, había adelgazado excesivamente, sus ojeras más profundas parecían pre veer una inminente enfermedad, sus ojos dejaban entrever las tristeza caótica en la que se encontraba, su cuerpo antes curvilíneo de piel rosácea rebosante de vida se había convertido en poco tiempo como pajizo, un esqueleto frágil de color amarillento. Se miró al espejo, el reflejo de su silueta enfrentándose a la imagen que sus ojos veían la despertó como un flash de su estado de cataclismo espiritual y físico. ¿Como se encontraba en esa situación? ¿Qué circunstancia podría ser tan importante y tan sobrecogedora para llevarla y arrastrarla a ese extremo? ¿Cuando comenzó aquella tortura consigo misma? ¿Porqué consintió aquel caos? ¿En qué cojones se había transformado? Realmente, estaba hecha un verdadero asco, incluso hacía varios días que no se duchaba, dejada y raída como un andrajo en un estercolero. Las botellas de vino y bourbon vacías, platos con restos de comida encima de la mesa, ceniceros inundados de colillas y un sinfín de ropa a su alrededor, no eran un panorama mucho más atractivo que la imagen que el espejo le estaba mostrando.

   Tenía que retomar las riendas de su vida. El ocaso acaeció y la noche con un destello lunar fuera de lo normal, le mostró el camino como si de un hada madrina se tratase. A veces, la noche te enreda sin piedad y otras te aclara sin recelos. Su oscuridad parecía escamparse para dar paso a un nuevo comienzo, un origen virgen al que tendría que explorar con todos sus sentidos conscientes y en alerta constante para no recaer en las malas y siempre desastrosas costumbres a los que últimamente había habituado a su cuerpo. Tener la mente clara con el corazón roto no era nada fácil para ella, pero ¿Para quién lo es? odiaba su falta de voluntad en si misma, odiaba su falta de coherencia y decadencia con cada ruptura. Podía superar problemas laborales, económicos y demás, pero en cuestión del corazón...La desarmaba completamente sin límites, con la misma fuerza con la que amaba era capaz de auto destruirse hasta transfigurarse en un un ser débil y sin rumbo, totalmente desorientada, sin guía ni brújula, sin lógica ni sentido común.

"Sé que suena absurdo, pero por favor, dime, ¿Quién soy yo?

Día 16

    El ocaso y la inconsciencia hizo que rememorara momentos patéticos y dolorosos que durante el transcurso de su existencia había vivido. La nostalgia parecía atraparla en una maraña de hilos enzarzados sin posibilidad de solución alguna para desmembrar aquel enorme y gigantesco enredo. Sin cabida en su escogida vida actual, se sentía en un continuo descenso hacia las profundidades del mar, cada vez más profundo, cada vez más oscuro, cada vez mas hondo...Las probabilidades de salvarse de aquella escena digna de un auténtico thriller no era una hipótesis muy factible que digamos, realmente eran sin lugar a duda bastante decepcionantes y fustrantes. La lucha constante contra sus sentimientos la estaba dejando visiblemente demasiado deteriorada, había adelgazado excesivamente, sus ojeras más profundas parecían preveer una inminente enfermedad, sus ojos dejaban entrever las tristeza caótica en la que se encontraba, su cuerpo antes curvilineo de piel rosacea rebosante de vida se había convertido en poco tiempo como pajizo, un esqueleto frágil de color amarillento. Se miró al espejo, el reflejo de su silueta enfrentandose a la imagen que sus ojos veían la despertó como un flash de su estado de cataclismo espiritual y físico. ¿Como se encontraba en esa situación? ¿Qué circunstancia podría ser tan importante y tan sobrecogedora para llevarla y arrastrarla a ese extremo? ¿Cuando comenzó aquella tortura consigo misma? ¿Porqué consintió aquel caos? ¿En qué cojones se había transformado? Realmente, estaba hecha un verdadero asco, incluso hacía varios días que no se duchaba, dejada y raída como un andrajo en un estercolero. Las botellas de vino y bourbon vacías, platos con restos de comida encima de la mesa, ceniceros inundados de colillas y un sinfín de ropa a su alrededor, no eran un panorama mucho más atráctivo que la imagen que el espejo le estaba mostrando.

   Tenía que retomar las riendas de su vida. El ocaso acaeció y la noche con un destello lunar fuera de lo normal, le mostró el camino como si de un hada madrina se tratase. A veces, la noche te enreda sin piedad y otras te aclara sin recelos. Su oscuridad parecía escamparse para dar paso a un nuevo comienzo, un origen virgen al que tendría que explorar con todos sus sentidos conscientes y en alerta constante para no recaer en las malas y siempre desastrosas costumbres a los que ultimamente había habituado a su cuerpo. Tener la mente clara con el corazón roto no era nada fácil para ella, pero ¿Para quién lo es? odiaba su falta de voluntad en si misma, odiaba su falta de coherencia y decadencia con cada ruptura. Podía superar problemas laborales, económicos y demás, pero en cuestión del corazón...La desarmaba completamente sin límites, con la misma fuerza con la que amaba era capaz de autodestruirse hasta transfigurarse en un un ser débil y sin rumbo, totalmente desorientada, sin guía ni brújula, sin lógica ni sentido común.

"Sé que suena absurdo, pero por favor, dime, ¿Quién soy yo?

lunes, 11 de octubre de 2010

Día 15

Una vez me asomé a una ventana y creí. Creí ver tu sonrisa entre la gente, creí ver tu rostro entre aquella manada de transeúntes con paso acelerado. ¿Porqué esa prisa? ¿Porqué ese ansia hasta en el tráfico? miré el reloj, hora punta, todo el mundo se dirigía al trabajo, una importante masa de seres uniformados casi idénticos maletín en mano. Otros, probablemente se dirigian a sus quehaceres diarios, la ausencia de niños me llamó la atención, volví a mirar mi reloj, ciertamente aún era temprano para ver pasear por las calles a los seres más pequeños con sus mochilas, bicis y a los de más tierna edad acompañados de sus progenitoras. Aquel, solía ser un barrio tranquilo, demasiado a veces si no fuese por ciertas horas señaladas. Unos edificios nuevos, un gran supermercado, algún pequeño kiosko, un par de bares y un delimitado parque con escualidos árboles recién plantados. Todo era tan nuevo que parecía de ficción, paredes impolutas, asfalto reluciente, señales impecables, aceras limpias, todo, absolutamente todo se mostraba artificial, como un pésimo decorado de un auténtico barrio. Un escenario nuevo para una vida nueva, no conocía a nadie, ninguna de aquellas personas que deambulaban de un lado a otro significaban nada para mí, ni siquiera había cruzado un saludo cortés con los vecinos todavía, mi horario parecía fuera de circulación o quizás inconscientemente estaba ausentandome del mundo y de la vida. ¿Volvía a esconderme de la realidad? Hacía tan sólo un par de meses que vivía allí, realmente pensé que trasladandome a otra casa, a otro barrio y a otra ciudad podría dejar atrás todo mi pasado y comenzar una etapa diferente. Las primeras semanas fueron francamente buenas, la ilusión me llenaba con tanta fuerza y voluntad que ni yo misma imaginaba, además, el copioso y duro trabajo de una mudanza me ayudó a no tener ni un momento para pensar en todo lo que me estaba ocurriendo. Pero la calma alcanzó al trasiego y con ello mi mente comenzó a ser visitada por numerosos recuerdos que suponía haber cerrado, aparcado y sellado sin más, como si fuese tan fácil. En toda ruptura debe existir un duelo y en esta ocasión había hecho caso omiso a él, quise saltarme esa página, hacer novillos por una vez en la vida, pero el resultado no estaba siendo un éxito y en aquel momento, junto a aquella ventana, mientras observaba detenidamente el exterior a través de aquel marco, sentí que todo mi esfuerzo no me iba a servir de nada y que lo quisiera o no, debía de volver a pasar el tormentoso duelo...

"Killing me softly with his song..."


sábado, 25 de septiembre de 2010

Día 14

El atardecer llenaba la sala de un suave y delicado color anaranjado. El frío del exterior no la alcanzaba y la calidez de aquella tarde vistiendo su salón, le hizo sentirse tremendamente relajada. Un montón de fotografías amontonadas y desordenadas encima de la mesa terminaban de formar el cuadro de tarde domingo de visita al baúl de los recuerdos. Todos, se encontraban allí formando un mural sin orden especifico, viajando del pasado a la actualidad aleatoriamente. Algunas fotos las tenía memorizadas, tanto, que incluso podía rememorar los momentos sin ningún esfuerzo. otras apenas las recordaba. Toda su vida se reducía a diminutos papeles o eso le pareció en ese momento. ¿Eso era todo lo que iba a dejar de su existencia? ¿La recordarían todas las personas con las que había compartido esos momentos? De todas las fotografías escogió una y la observó detenidamente, debía de tener unos nueve años pensó...Qué felicidad derrochaba! Su sonrisa de oreja a oreja era tan sincera! Recordaba perfectamente ese día, uno de tantos viajes familiares pero que sin saber por qué se graban en tu memoria deliciosamente. Fueron a una playa cercana, con la mirada hacia el pasado se vio jugando en la arena sin más preocupación que tener que ir al colegio a la mañana siguiente, recordó el sabor que tanto le molestaba a sal y hasta le pareció percibir el aroma a mar.
Siempre le había encantado esa fotografía, con el pelo alborotado por la brisa, las manos llenas de arena y esa felicidad tan transparente que solo una niña puede tener. Cuanto hubiera dado en ese momento por sentir de nuevo aquellas emociones, cuanto hubiera dado por sentir la protección incondicional de sus padres, esa seguridad que por mucho que le intentaban seguir dando, era incapaz de percibir. Necesitaba encontrar a esa niña de nuevo, necesitaba volver a casa...

"..Appaloosa, take me home,where I can dream my days away...

jueves, 23 de septiembre de 2010

Día 13

Esta vez la visita era más calmada, pero no por ello dejaba de ser menos dolorosa. Su corazón apaciguado por la edad o quizás por las numerosas cicatrices parecía soportar aparentemente con más valor la inconfundible hecatombe a la que ya estaba acostumbrada después de cada ruptura. El amor, se le resistía. Pensó que tal vez cupido últimamente no acertaba con sus flechas. Unas veces era ella la que no podía sentir el amor que le procesaban, otras, como la última vez era al revés. El destino barajaba continuamente sus cartas para perder, de una forma u otra, por un motivo u otro, nunca ganaba.

Necesitaba aferrarse a algo, era una forma de evadirse de una realidad que no le gustaba, normalmente se volcaba en su trabajo inconscientemente. Pero esta vez no encontraba satisfacción en él, por lo que intentó otras fórmulas de poder ocupar sus pensamientos y que el hecatombe pasara lo más sutilmente posible. Miró hacia atrás, recordando todo lo que siempre quiso hacer y nunca intentó, y se dio cuenta de algo primordial...Su tiempo había pasado, no encontraba nada acorde con su edad, todas aquellas ilusiones ya no las podía ver realizables ni posibles. Matar tus propias quimeras no resultaba nada agradable ¿Era un periodo de cruda realidad? ¿De bajar de su mundo de ensueño y vivir su verdad? Mal momento para tanta sinceridad consigo misma...Envejecer suponía una tarea dura, asumir que la edad importa, era algo difícil de sobrellevar. Sus ilusiones casi eran las mismas que aquella dulce y tierna niña de trece años que veía con gran entusiasmo lo larga que iba a ser su vida y la cantidad de fantasías que podría llevar a cabo. Ahora sabía que de todas ellas, con suerte, aún sería afortunada si consiguiera uno de todos aquellos sueños.

De repente sintió una urgencia inusual en salir de aquellas cuatro paredes que formaban parte de ella. Se estaba ahogando, se vistió rápidamente con lo primero que encontró y salió al mundo exterior. Hacía una noche hermosa, la luna llena iluminaba las calles. Comenzó a sentirse viva nada más girar la esquina. El aire frío enrojecía su nariz y sus mejillas se sonrojaban por la gélida temperatura la cual, no parecía importarle. Deambulaba sin rumbo, no tenía ninguna meta, no tenía ningún trayecto trazado, solo andaba sin saber hacia donde. Por el camino, los escasos transeúntes con los que se cruzaba andaban apresuradamente intentando que la humedad no se metiera en sus huesos. No le importaba no tener donde ir, no le importaba pasear sola. Llegó a una plaza llena de locales aún abiertos, se sentó durante un rato en un banco cobijado por un enorme árbol. Enfrente justo, tras el ventanal de uno de los locales, observaba como todas aquellas personas hablaban, gesticulaban o sonreían. Se sintió enormemente sola y tuvo una sensación contradictoria de enorme felicidad y de inmenso dolor...


"Blame it on a simple twist of fate..."


viernes, 17 de septiembre de 2010

Día 12

Últimamente siempre tenía la sensación de estar tropezando constantemente, en cada decisión atropellada que inequívocamente convergían en un desencadenante, la mayoría de veces desastroso y nefasto resultado. La cuestión era ¿Porqué no le salía nada a derechas? Siempre había basado sus decisiones bajo la tutela de la intuición ¿Quizás ésta le estaba fallando y de ahí los últimos resultados? o ¿Simplemente el destino se estaba cebando con ella por envidia de su hasta ahora felicidad y sosiego? Prefería pensar que era el destino el causante de todos sus males y el único y cruel responsable. Por supuesto, así era mucho más fácil de sobrellevar que echándose todo el percal sobre uno mismo. ¿Un error no admitir sus errores? Seguramente... pero se sentía incapaz de seguir luchando contra ella misma y además corregir ese defecto, todo tiene su momento, y éste, era el momento perfecto para dejar que el destino tuviera la culpa de sus numerosos problemas o más bien de su desastrosa y desorganizada vida sentimental en la que se encontraba. Con algo más de fuerza, cuando estuviese algo más recuperada, entonces. En ese momento será consciente de que todos sus problemas y equivocaciones son únicamente malas decisiones tomadas bajo los efectos traumáticos de las post-rupturas sentimentales. Desencadenamientos inevitables, necesidades afectivas y derivados que surgían después de cada ruptura amorosa, y claramente, la intuición en esos momentos no suele ser ni muy consciente ni muy escéptica...

Después de los primeros momentos, días, o quizás en algún caso semanas, de una seguridad extrema por su decisiva soltería y una felicidad momentánea de: "Qué bien!! he conseguido ser una mujer independiente!! ya no soy vulnerable!! inexplicablemente, el hecatombe la visitaba de nuevo como un inquilino enormemente molesto y antipático que no puedes quitarte de encima. En el fondo, no le extrañaba en absoluto, se conocía perfectamente y le esperaba un día u otro. Cierto, que solía engañarse un poco y cuando parecía que se retrasaba, se dedicaba un hurra pensando en que al fin estaba superado. Pero tampoco se desengañaba mucho cuando aparecía, formaba parte de su vida, un hecatombe asumido podía ser en cierta manera una esclavitud personal peligrosamente adictiva.

La consecuencia de todo esto; dudas y preguntas constantes martilleando su cerebro, machacando sin piedad todo su tiempo sin dejar ningún hueco para cualquier otra cosa. Horas, horas y más horas viajando por la estratosfera de sus pensamientos, incapaz de bajar al mundo real, intentando descifrar enigmas que ella misma se había impuesto, como si de un castigo se tratase, casi siempre, irresolubles.

El viento soplaba fuertemente y las puertas de las ventanas comenzaron a moverse de un lado a otro pegando golpetazos estridentes. Se levantó instintivamente para cerrarlas. Al acercarse a la última, asomó su cabeza inspirando profundamente todo el aire que podía para llenar sus pulmones. Se quedó durante unos minutos con los ojos cerrados y sus manos en las manivelas mientras dejaba que el viento enfurecido le golpeara la cara intentando deshacer sus abundantes rizos. Ya estaba aquí...

"Devil´s Waiting....."

domingo, 15 de agosto de 2010

Día 11

Unas inesperadas nubes acompañadas de una refrescante corriente amortiguaron de golpe al astro que había estado atizando sin miramiento durante horas. La tarde daba paso a un paréntesis veraniego, inaugurando el ya deseado periodo otoñal.
Las primeras gotas de lluvia sobre su cara, atenuaron la alta temperatura que su cuerpo desprendía, con la piel erizada repentinamente y el sabor a sal sobre sus labios, se dispuso a recoger las pocas cosas que había llevado, su toalla favorita, su sombrilla azul añil y un discreto bolso de playa, en el que sólo llevaba lo imprescindible para ella, un monedero, un protector solar y un libro, jamás salía sin un libro en su bolso, aunque en ocasiones ni siquiera hubiera dado ocasión de leer más de dos páginas. El día había sido algo pesado por el insultante y potente sol.
Todo el mundo comenzó también a recoger rápidamente todos sus enseres de forma agitada y estrepitosa, entre aquel jolgorio variopinto, se podían distinguir los gritos de algunas madres aclamando a sus hijos para que salieran del agua arropándolos instantáneamente mientras que al mismo tiempo les frotaban azarosa y tierna mente para que entraran en calor. A otros, ni siquiera les había hecho falta la llamada, en cuanto notaron la inicial descarga de agua del encapotado cielo gris acudieron por cuenta propia en busca de cobijo bajo las faldas protectoras. La playa empezó a quedarse desierta y las primeras gotas de lluvia marcaban la arena, emanando potentemente esa peculiar y característica fragancia a tierra mojada, aunque la sal y el aroma a mar variaban  su típico olor de campo o ciudad.
Lo cierto, es que mientras cogía sus bártulos dudaba de marcharse de allí. El paisaje de una playa despoblada y aromatizada daba como resultado un panorama del que nunca había tenido la ocasión, o por lo menos, no lo recordaba, así que decidió definitivamente saborear aquello con todos sus sentidos, deleitándose de todo ello durante un rato más. Extendió de nuevo su toalla sentándose con las piernas estiradas agachando su cabeza hacia atrás y los ojos cerrados mientras la lluvia caía por su silueta. Cuando las intermitentes rachas de viento del mar acariciaba su cuerpo, su piel volvía a erizarse, provocando ligeros escalofríos. Todos sus sentidos afloraban apasionada e intensamente, estaba contenta de haberse quedado, durante varios minutos consiguió evadirse incluso de ella misma, siendo un elemento más de aquel cuadro, formando parte del mar, de la tierra, del aire. Sus lágrimas saladas se fundían con la lluvia sobre su rostro, aun así, eran tan abundantes que se diferenciaban al llegar a su boca. Hacía mucho tiempo que no conseguía sentirse feliz de forma continuada, algo que le causaba una persistente preocupación. Su corazón entumecido por desengaños se estaba convirtiendo en algo gélido y frío, no podía consentir aquello, no debía permitir aquel genocidio sentimental. Encontrar el equilibrio en el amor para no sufrir por ello y al mismo tiempo ser capaz de amar era una empírica utopía.
La tormenta cesó casi al mismo tiempo que sus lágrimas. Los primeros rayos de sol anaranjados surcaron el cielo regalando un cristalino arco iris como fondo de telón. Se levantó dirigiéndose a la orilla, hundiendo sus pies entre la arena. El vaivén de las olas los mojaba tímidamente y mirando al mar levantó sus manos levemente abriéndolas para sentir como la brisa pasaba a través de sus dedos. Se puso a pensar en que errores podía haber cometido para padecer todas sus hasta entonces frustradas relaciones y decidió no embarcarse durante mucho tiempo en ningún barco que surgiera de paso, ni amar incondicionalmente, sólo, cuando su amor fuera correspondido de la misma forma prometiéndose a si misma no dejarse llevar por la corriente sin más. Ahora, sabía que esa amor no viene con las olas un día cualquiera, sabía que ese amor se puede percibir e intuir en cuanto lo tienes delante.
Se fue con sabor a sal impregnada en su piel, con la fragancia de la brisa marina entre sus cabellos y arena mojada pegada en sus pies...
"Es el último lugar en que vive el amor, cuando la mujer triste llora...

domingo, 8 de agosto de 2010

Día 10

Es curioso como puede transcurrir nuestra vida según la decisión que hayamos tomado en cada momento. Todos, suponía, se lo habrían preguntado alguna vez, todos, habrían dudado si el camino elegido había sido el correcto para encontrar la propia felicidad. De nuevo se encontraba sola, algo a lo que no temía, pero que tampoco le producía una sensación de libertad como a ella realmente le gustaría. No conseguía encontrar el equilibrio que necesitaba en las relaciones. Quizás estaba en su destino, quizás no estaba preparada. ¿Nunca dejaba el espacio suficiente entre una relación y otra? lo cierto es nunca tuvo la pretensión de "buscar", todas surgieron sin más, pero al poco tiempo se enrolaba en ellas sin poder evitarlo creando un circulo vicioso el cual, le resultaba difícil de escapar, algo que sólo solucionaba cuando era sometida bajo causas extremas. Si lo pensaba fríamente, una relación era comparable a cualquier negocio, una decisión mal tomada puede arruinarlo o si consigues barajar bien tus cartas, superarlo y mantenerlo. Y como en una empresa, si ésta se ha ido a la ruina, puedes seguir teniendo la oportunidad de iniciar otra y tal vez en otras condiciones sea más factible ganar la partida. ¿Se estaba volviendo más dura e insensible con cada relación fallida? Sentía como en cada partida perdida se iba alejando de ella misma. ¿Quedaría algo de ella si seguía perdiendo tan continuamente? Cada vez le era más fácil abandonar la partida, cada vez le era más fácil intuir que no tenía sentido seguir apostando por algo que ya daba por perdido.
¿Porqué era tan complicado amar?
Se sentía como en un tío vivo dando vueltas y vueltas sin poder bajarse y sin poder tomar ninguna dirección concreta. Igual que una niña perdida en una feria con un montón de atracciones a su alrededor pero que lo único que le importa en ese momento es que la encuentren sus padres y sentirse segura y a salvo de todo y de todos. Definitivamente, necesitaba un guía para seguir su camino, pero esta vez el guía debía de ser ella misma.
La ventana abierta le regalaba una tímida brisa mañanera con aroma a café y tostadas, a asfalto mojado y césped recién cortado, a espontáneos cantores instalados en los árboles más próximos, a numerosos ruidos cotidianos que le hicieron despertar de su aletargado sueño para sentirse viva de nuevo, predecía una mañana de acontecimientos interesantes y el más importante de todos es que ella se encontraba allí, oliendo la mezcla de aromas y oyendo toda una fusión de ruidos callejeros. Decididamente iba a ser un gran día, su día, porque estaba allí disfrutando de todas esas pequeñas cosas y era feliz. En ese momento, no necesitaba nada más para sentirse completamente bien y fue en ese instante cuando sintió que podría bajar de aquel tío vivo, que había una parada expresamente para ella y un camino que encontraría al apearse, ahora estaba segura.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Día 9

Antes de traspasar la puerta, giró su mirada de forma instintiva, como intentando retener al máximo los pequeños detalles de aquella estancia. Cada rincón tenía su propio recuerdo, objetos que nunca le habían pertenecido, ahora formaban parte de ella. Con una pequeña maleta en una mano y agarrando fuertemente la manivela con la otra, esperaba, dudaba, volvía a rememorar pausadamente cada pequeño espacio de íntimidad, intentando que algo o alguién la detuviese de su decisión. Pero no había nadie, ni nada de lo que allí se quedaba la podía retener como ella quería, no tenían la suficiente fuerza para cambiar su decisiòn. Ya no pesaba esa sensación de la forma que ella esperaba, ya no había dolor, ya no había angustía. ¿Entonces? ¿Porqué dudaba? ¿Porqué intentaba encontrar un motivo lo suficientemente importante para no abandonar aquella casa? Decidió pegar un último vistazo para no dejarse nada suyo allí. En la habitación, las sabanas todavía revueltas y su perfume le hicieron extremecerse durante unos segundos. Sólo hacía un par de horas que habían estado los dos en aquella cama, todavía podía percibir el calor de sus besos por todo su cuerpo, el sabor de su piel, su aroma, sus caricias. Se sentó en medio de la cama con las piernas cruzadas. ¿Estaría cometiendo un error? ¿Porqué recordamos lo mejor de cada relación cuando tomamos la decisión de abandonar? Es curioso como nos descubrirnos o destapamos, dependiendo de la persona que tengamos a nuestro lado. Estuvo bien de todas formas, pensó. En algún momento pensó que podría salir bien. En algún momento imaginó volver a sentirse amada, en algún momento soñó que podía ser él el que la hiciera extremecer de nuevo, el que la mirase y no hiciese falta decir nada más. Y con una media sonrisa se levantó, volvió a poner su mano en la manivela de aquella puerta, cogió la maleta y salió, esta vez sin mirar hacia atrás...


"En las sedosas sabanas del tiempo, voy a encontrar la paz de mi alma, el amor es una cama llena de blues"

sábado, 24 de julio de 2010

Día 8

Miraba su copa vacía, como esperando encontrar una respuesta, algo que le diera una señal, si el destino se podia ver en unas hojas de té, ¿Porqué no en el fondo de una copa? la movía de vez en cuando para oír el sonido de los cubitos de hielo a medio deshacer contra el cristal, intentando descifrar algún indicio de algo divino, una gota fuera de sitio, un sonido diferente, ahora solo le faltaba saber su significado. ¿Se estaba volviendo loca? Se reía de si misma pensándolo. En algo tenía que entretenerse...se justificaba. Alzó la vista a su alrededor. Lo cierto es que el local era sumamente agradable tal como le habían comentado, muy acogedor y con buen ambiente. Le encantaban los sitios a media luz y más si cada rincón estaba pensado y estudiado para disfrutar en cada zona de un entorno acorde a cada momento. La música en consonancia con el local, resultaba totalmente perfecto! y porqué no se sentía agusto allí? porqué le resultaba estar completamente desvinculada de allí? como si ella fuera un pegote en aquel local, como si esas personas que tenía alrededor no tuviesen nada en común con ella, se sentía como una completa extraña, era una sensación solamente suya? o los demás lo estarían notando? lo cierto es que le importaba un carajo lo que pensaran! estar rodeada de gente y sentirse completamente aislada y ajena a lo que conversaban no le era algo inusual. Su estado de ánimo era tan transparente que a veces se obligaba asi misma a introducirse en la charla para que no le tuviesen que preguntar constantemente, ¿Estás bien? una pregunta que odiaba y le crispaba aunque intentara disimularlo. La verdad es que conociendose como se conocía debía de haberse quedado en casa, pero pensó que era mejor intentar esforzarse en tener una vida social como los demás seres humanos, ultimamente parecía una huraña, todos sus amigos le recriminaban ese aislamiento según ellos sin causa justificada. Pese a que no le interesaba nada el tema que debatían, conseguía dejar caer alguna escueta frase para despistar. Lo cierto es que seguramente en otras circunstancias, hubiera estado totalmente involucrada, pero aquella noche, no se sentía capaz de mantener la atención total y mucho menos dar su opinión al respecto. Después de aquel pequeño inciso, volvía a su mundo. En su mente, miles de preguntas sin respuestas, miles de situaciones sin resolver, miles de proyectos sin llevar a cabo. Le fascinaba zambullirse en su mente sin salvavidas, siempre había sido un reto para ella, hurgar conscientemente todo el dolor de las profundidades y dejarlo flotar a la deriva, normalmente no llegaba a ningún puerto, todo se quedaba flotando sin más, pero eso no le importaba...

"¿No pasa lenta la noche? El sonar de los extraños no le remite nada a mi mente..."

martes, 20 de julio de 2010

Día 7

Tras la ventana, la lluvía no cesaba. Todo estaba en silencio en aquel salón.Nningún ruido, ningún sonido que podiera romper aquel clima de paz tan inusual. Era perfecto, a ella, le pareció un regalo. Estaba a oscuras y se acercó apoyando su mano en la ventana para ver aquel paisaje otoñal. Podía sentir como la humedad traspasaba aquel cristal enmarcado. Se acercó un poco más y suspiro. Un dibujo abstracto apareció al momento sobre la superficie. "Curiosa forma" pensó "Los ultimos restrigios de un austero y gris invierno, pronto volveré a ver el sol todos los días" se dijo para si misma. No le gustaba nada el frío, pero esta vez además, se había convertido en su enemigo, un enemigo muy difícil de soportar y de vencer. Se inclinó levemente para cojer su paquete de cigarrillos que tenía encima de la mesa y se encendió un pitillo. El humo rebotaba sobre cristal cada vez que exhalaba de sus pulmones aquella mortifera sustancia. Miraba fijamente la tenue luz de las farolas. ¿Cuando habían cambiado esas luces? ¿Por qué eran ahora de color ambar? Mientras se cuestionaba vehemente aquello, desvió su mirada sobre el asfalto y los pequeños ríos a orillas de las aceras y como acababan siendo engullidos por aquellos agujeros de conductos subterraneos que atravesaban la ciudad. No había nadie caminando, sólo pasaba esporádicamente algún vehículo que iluminaba el asfalto cortando la inmensa e incesante cortina de gotas de agua que caían al mismo compas. Imaginó el sonido de aquellas ruedas chapoteando el suelo, imaginó el sonido de las hojas de los árboles, el tintíneo constante y asiduo con algúno más sonoro y grueso que se escapaba del ritmo marcado. ¿Una copa de vino antes de dormir? ¿Porqué no...? Pensó. Abrió una botella. Era uno de sus mejores vinos. El color cereza y su aroma predecia ya una solemne degustación. Se recreó durante un rato saboreandolo con cada sorbo, disfrutando el momento. Debería poder tragarme el dolor así de fácil...debería engullir los problemas como una alcantarilla...debería cortar con el pasado, debería bailar al compás como la lluvía... debería sonreir...debería vivir...!!
La noche se alargó durante unas horas más de lo normal, hasta que sus ojos no podieron más. El invierno había sido crudo y cruel con ella. El otoño parecía indiferente de momento. En primavera quizás...



"Vamos atrévete...Lo llevas en tí. Tienes que sacar esa mierda de tus zapatos"

domingo, 18 de julio de 2010

Día 6

6:30 de la mañana, el estruendo sonido de la cerradura le hizo consciente de la hora en la que se encontraba. Si el día había sido intenso de actividad social, la noche no tenía nada que envidiarle. La intensa luz de la entrada maltrataba sus ojos cansados y enrojecidos por la agitada velada nocturna, inmersa en tabaco y alcohol. Al entrar en su habitación su mirada se dirigió inevitablemente sobre su enorme cama vacía y quiso desechar inmediatamente los primeros pensamientos que le vinieron a su mente. Dejó caer su vestido al suelo deslizandolo por su insinuante cuerpo, mientras, soltaba unos cuantos ganchos de su pelo que hicieron caer como una cascada su cabello sobre su espalda. Le gustaba sentir esa sensación, esa caricia tan dulce la transportaba siempre a la niñez, algo que adoraba porque había tenido una infancia enormemente feliz. Volvió a mirar su cama, vacía, desierta, solitaria, y su mente empezó a divagar de nuevo. La noche había sido larga, con cuantos había hablado? cuantos hombres hubieran querido estar allí ahora con ella esa noche? a cuantos hombres había negado la posibilidad? estaba equivocada al no querer solo una noche más? estaba equivocada al no darles a ninguno de ellos la oportunidad de una noche en aquella habitación? estaba equivocada al esperar algo especial? Era aquello todo lo que iba a tener? noches solitarias o noches sin ninguna pretension más que un momento fugaz de mero sexo? y si hubiese apostado por alguno de ellos? quizás por lo menos no se hubiera encontrado tan sola, pero el solo hecho de despertarse con un completo desconocido la abrumaba, quizás no estaba hecha para vivir en el mundo actual de mujeres fuertes e independientes. Ser fuerte e independiente significaba estar sola y ser incapaz de amar? se sentó al borde de la cama observando su rostro en el espejo, se dedicó una suave sonrisa y las lagrimas brotaron de sus ojos cayendo por sus mejillas, no eran lagrimas de tristeza, eran lagrimas de felicidad, felicidad por ser como ella queria ser, frente a un mundo ajeno a ella y que no entendía.

"Deja que todo se caiga esta noche, mantén las lagrimas fuera de vista, déjalas en libertad, deja que todo se caiga esta noche..."

domingo, 11 de julio de 2010

Día 5

Me encontraba sumergida en un profundo éxtasis producido por la acompasada melodía y el suave ritmo de las olas, mientras mi cuerpo flotaba sobre un mar de aguas cristalinas.
-¡Jack! ¡jack!
El viento trajo a mis oídos la voz de una mujer. Abrí mis ojos, dirigiendo la mirada hacia la orilla. Una mujer joven saludaba en mi dirección. En efecto, a pocos metros vislumbraba a un hombre que nadaba hacia mí.
El atardecer salpicaba el mar de brillantes destellos, adornando el océano de innumerables piedras preciosas.
-¿se encuentra bien?- La voz de aquel hombre hizo girar mi cuerpo.
-si, por supuesto-contesté.
-lo siento, creí que le ocurría algo. Debe tener cuidado, nunca se sabe donde le puede llevar a uno la marea.
-solo estaba relajándome. Siento haberle asustado.
-tranquila, pero será mejor que vuelva.
Su tono protector me estremeció. Hacia mucho tiempo que nadie se preocupaba por mí.
-Si, claro, gracias-contesté.
Volvimos a la orilla nadando al mismo tiempo. Ya en la orilla la joven le esperaba con una toalla abierta para arropar a aquel desconocido como si de un niño se tratase.
-¿Qué ha pasado Jack?-preguntó.
-Nada, esta bien. Solo ha sido un equivoco. Creí que a esta señorita le ocurría algo y acudí en su ayuda.
-Me llamo Carlota-dije mientras le ofrecía mi mano.
-Encantada, yo soy Melany-dijo.
-¡Bueno, menudo susto nos has dado!-comentó.
-Lo siento, gracias por preocuparse por mi-dije.
-En realidad yo no te había visto. Estábamos paseando por la orilla y de repente Jack ha entrado mar a dentro sin decir palabra.
-Entiéndelo nena, no había tiempo de explicaciones-dijo excusándose.
-En fin, encantada de conoceros, creo que voy a volver al hotel-comenté intentando acortar aquella situación la cual no me apetecía en absoluto.
-¿Dónde te alojas?-pregunto Melany.
-En el Mogambo-contesté.
-¡Vaya, que casualidad nosotros también! Si quieres te acercamos-sugirió. Su sonrisa aunque extremadamente sincera no influyo cambio alguno en mis planes.
-Gracias, pero me apetece pasear un rato y aprovechar los últimos rayos de sol-esperaba que fuera suficiente excusa, no me apetecía nada en absoluto compañía extraña.
-Te entiendo-dijo Jack-yo haría lo mismo.
-Bueno, adiós y hasta pronto-dije.
-¡Adiós!-contestó Melany efusivamente.
Jack no dijo nada, solo levanto la mano y me guiño un ojo al mismo tiempo que hacia una mueca.
Recogí mis cosas y emprendí el paseo. Mis pies desnudos disfrutaban de cada paso que daba, sintiendo la aterciopelada y tibia arena del atardecer. El pareo anudado sobre mis caderas, se balanceaba suavemente al compás de la brisa acariciando mis muslos. Con las sandalias en mi mano mirando el infinito me sentía completamente dichosa, completamente feliz.

Nada mas llegar a la habitación del hotel, me metí en la ducha. El agua que caía impetuosamente, estaba tan caliente que de mi piel surgía una humeante cortina de vapor. Por mucho calor que hiciese de vez en cuando me gustaba darme una relajante ducha, recordé en ese momento el comentario que me decía siempre Richard “es imposible que soportes algo así, ¿Cómo te puede gustar?” Richard….mi mente empezó a divagar encogiéndoseme el corazón. Con los brazos rectos y mis manos apoyadas en la pared, agache mi cabeza hacia abajo sintiendo toda la fuerza de aquella cascada sobre mí, observando como al caer el agua dibujaba sutilmente mi silueta. Me hacia sentir bien, era como limpiar mi alma, como si todos mis problemas se esfumasen de la misma forma que el agua desaparecía por el desagüe de aquella bañera. No pensaba en nada, solo sentía aquella lluvia de intenso calor produciéndome una sensación de completo relax y placer, totalmente aislada de todo.
Cerré la llave del grifo y me puse mi albornoz, comencé a nutrir mi piel con mis cremas como de costumbre mientras observaba mi cuerpo, ya no tenía veinte años, pero no estaba mal. Me mire en el espejo, mi piel había sido abordada por numerosas ronchas rojas producidas por la calenturienta ducha, cuando salí del baño, el excesivo contraste de temperatura me puso la piel de gallina recorriéndome un pequeño escalofrió por la por la espina dorsal. Después de vestirme y maquillarme, salí de la habitación dirigiéndome al restaurante del hotel, iba con el tiempo justo, me había ensimismado demasiado. Mientras bajaba en el ascensor una pareja de enamorados se dedicaban numerosas carantoñas, me sentí tan sola en ese momento que casi me brotaron las lagrimas. ¿Por qué a mí? ¿Por qué no sabia estar sola como tantas mujeres? ¿Por qué siempre me enamoraba de la persona inadecuada?

Habían varios restaurantes a elegir; mexicano, italiano, mediterráneo y bufete internacional, aquella noche me decidí por el italiano, aunque me encontraba sola me apetecía tener una velada romántica y relajada. Supuestamente, pensé que era el lugar perfecto para aquel momento. Nada mas entrar me percate de la cantidad de parejas que disfrutaban de aquel local tan acogedor, aunque el restaurante no era excesivamente grande mas bien todo lo contrario, por lo que incluso pensé que al no haber reservado mesa con anterioridad seguramente me seria imposible quedarme a cenar. Se acercó el metre, un hombre extremadamente corpulento a mi parecer para su excesiva altura, con la cabeza rapada y un prominente bigote con afiladas puntas en los bordes, lo cual, me sugería a un personaje del surrealismo ácido sacado de un Circus italiano. Con voz impetuosa y gruesa me informo de que no quedaba ninguna mesa libre, pero que si quería esperar, al cabo de una hora seguramente cabria la posibilidad. La verdad es que estaba muerta de hambre y por unos segundos pensé en marcharme, pero caprichosamente mi estomago me pedía uno de mis platos italianos preferidos, además ya me había hecho a la idea de cenar allí a la luz tenue de las velas acompañadas por el sonido de un violín como postre. Conteste al corpulento metre mi decisión, asintió con la cabeza y me sugirió que esperase en la barra. Me dirigí hacia ella mientras iba observando a mi paso las parejas con las que me topaba, sentándome en un taburete al borde de la barra, no tardo un segundo en atenderme el camarero con una gentil sonrisa. En cuando me sirvió el vermouth blanco que había pedido, saque mi pitillera del bolso disponiéndome a encenderme un cigarrillo. Me gire de espaldas a la barra, ya que cada vez que echaba una bocanada de humo, la vela que se encontraba en la barra hacia mención de apagarse, no tenía nada que hacer, así que comencé a observar la exquisita decoración del restaurante y a sus comensales. Como ya he dicho, era un restaurante pequeño no habrían mas de veinticinco mesas bastante ajustadas entre si, salvo dos mesas las cuales se ubicaban en sendos miradores con vistas al malecón de la isla, todo un lujo. La decoración exquisita pero un poco excesivamente barroca para mi gusto. Dos gigantescas columnas centrales con incrustados racimos de uvas moradas en los apéndices superiores, me suponía algo desmesurado, puesto que sus bóvedas ya se encontraban lo suficientemente adornadas de frescos renacentistas como si se tratase de una iglesia romana. No es que no me gustase ni mucho menos, resultaba espectacular, pero dada las escasas dimensiones del local, daba una impresión de saturación visual momentánea, digo momentánea porque al cabo de unos momentos el inteligente ojo avizor se relajo para cambiar impresiones desde otra perspectiva. Fue entonces cuando me percate de la presencia de dos personas que no me eran desconocidas. En una de las mesas con la maravillosa vista al malecón se encontraban mis nuevos conocidos. Por mera educación decidí dirigirme hacia ellos para saludarlos, sin embargo imagine que podría estropearles su maravillosa velada romántica, supuestamente podrían iniciar la clásica charla de cortesía que ninguno de los tres ansiaba, así que resolví volver a girarme para dar la espalda a los comensales como si no los hubiese visto. Pase varios minutos mirando las numerosas botellas que colgaban adornando la pared que había enfrente de mi, pero la verdad, me aburría muchísimo, además el camarero no ayudaba nada, no soltó ni mu, me pareció un amargado y un estirado, aunque era muy educado y cortes se notaba que no era estado natural, que formaba parte de su trabajo y punto. En fin, que dadas las circunstancias y con lo que me quedaba aun por esperar, decidí de nuevo volverme y por lo menos poder distraerme mientras esperaba. Aunque evitaba mirar hacia ellos mis ojos no me lo permitían, no se si por curiosidad o por aburrimiento, comencé a examinarlos.
Después de unos segundos, me di cuenta de que Melany hablaba por los codos, se le veía una mujer demasiado nerviosa y además gesticulaba constantemente con sus manos. Su cabello rubio ceniza caía por su escotadísima espalda acariciando su piel bronceada, supuse que no llegaba a la treintena. Jack en cambio parecía todo lo contrario, una hombre sosegado y tranquilo, dadas las circunstancias casi no hablaba. Su pelo moreno ligeramente engominado delimitaban sus alborotados rizos y su media barba meticulosamente recortada sobre su angulosa mandíbula le hacían muy atractivo. Un escalofrió me recorrió por la espina dorsal y súbitamente un calor invadió todo mi cuerpo, ¡por Dios Carlota! ¿En que estas pensando?, por unos segundos desee ser yo la que se encontrara sentada al lado suyo. Me encendí de nuevo un cigarrillo y intente dedicar mi atención en otra dirección.
Empecé a divagar suponiendo como eran aquellas vidas completamente ajenas a la mía, un asiduo juego al cual solía practicar cuando me sobrepasaba el aburrimiento. Tal como había predicho, en aquel local se encontraba lo típico; la pareja de las bodas de plata, el ejecutivo que aprovecha su viaje de negocios para echar una cana al aire, la pareja de noven sanos, la pareja que lleva en la frente “crisis matrimonial”, la pareja de escapada de niños, las parejas de “amigos inseparables”, etc. Fue en aquel momento, cuando más absorta estaba en mis deducciones montándome todo tipo de disparatadas historietas, cuando vi que Jack se levantaba de la mesa y se dirigía hacia mí. Por unos segundos el efecto de mi aturdimiento me hizo parecer una quinceañera sin saber que hacer, no sabia hacia donde mirar, si encenderme de nuevo otro cigarrillo para despistar, o girarme haciéndole creer que no lo había visto.
-¡Caray Carlota! ¡Vaya sorpresa!-dijo entusiasmado.
-¡Hola Jack!-contesté.
-¿Esperas a alguien?-pregunto
-no-dije muy tajante-estoy sola.
-bueno pues eso lo vamos a arreglar, no puedo consentir que en un entorno tan maravilloso haya una mujer que cene sola.
-gracias, por tu atención, pero no debería-comente
-¿Por qué no? Venga me vendría bien un apoyo, Melany está esta noche que se sale. Así podrás echarme una mano con la conversación. ¡Si es que te deja!- dijo sonriendo.
-Está bien, pero no te prometo nada.-repliqué.
Nos dirigimos hacia la mesa, Melany no me vio hasta que estuve delante de ella, pese a mis predicciones me sorprendió el entusiasmo con el que me recibió (a mi no me hubiese hecho ni pizca de gracia que mi pareja en una velada así, hubiese decidido invitar a alguien más a nuestra mesa y más si encima esta persona es una mujer ¿egoísta? Seguramente...). Las mujeres extremadamente bellas como Melany me aturdían, me sobrepasaban, nunca sabia como reaccionar o como dirigirme a ellas, ¿Algo estúpido? Bueno, si no lo es para un hombre…en fin, supongo que se debe a mi vieja inseguridad la cual se acrecentaba desmesuradamente diría yo frente a una mujer despampanante, ¿Por qué? Después de numerosos intentos fallidos por mi parte de sentirme normal, y ser tal cual era yo, descubrí que la culpa no era de ellas, sino de mía. Sin embargo es muy difícil conversar con un cisne cuando constantemente te crees un patito feo, y no creerte un patito feo es una tarea muy costosa y nada agradable que a la primera de cambio puede fallar. Para ello a lo largo de mi vida intenté varios métodos consistentes en: degradación hacia el contrincante ¡Seguro que los pechos son postizos así cualquiera!, enajenación mental ¡No existe, esta chica no existe, es un espejismo!, obsesión compulsiva ¡Soy un cisne, soy un cisne, soy un cisne!, etc. Por supuesto ninguna de ellas funcionó, así que no tuve más remedio que intentar parecer lo más correcta posible sin que se notara mi aturdimiento absurdo.
Durante todo el transcurso de la cena, Melany siguió con su elocuente conversación, aunque de vez en cuando nos dejaba aderezarla con una pizca de sal en el menú. De todas formas, agradecí su desparpajo y su expresividad, así no se notaba mi ausencia de conversación facilona, ¡Eres excesivamente profunda! Me decían mis amigos, ¡Indagas demasiado en todo! Bien es verdad, que no siempre soy así, por supuesto soy capaz de tener infinidad de charlas triviales, no llego a ser tan friki, pero si reconozco que no me aportan nada, para mí el mero hecho de dialogar sin más no tiene significado, lo encuentro absurdo, ¿Por qué decir algo que no significa nada? ¿Para que hablar si no tienes nada que decir? ¿Por qué ser cortes solo por modales? Fue algo que descubrí durante mi adolescencia, los inconvenientes de hacerse adulto. Mientras eres una niña todo esta perdonado, tu falta de dialogo, tu autismo, algo que no te consienten siendo adulto porque sino te consideran un bicho raro. Yo aprendí durante mi pubertad a “tener modales” y a valorar las conversaciones sin más, algo imprescindible e inalterable en nuestra sociedad y en el ser humano, incluso a veces me resultaban divertidas.
Al final, resulto una noche diferente a lo que tenía pensado pero no estuvo mal, Melany era una mujer muy extrovertida y divertida algo que me hizo estar mucho más cómoda de lo habitual. Jack era un hombre de pocas palabras, por lo que deduje que podían ser la pareja perfecta. Melany trabajaba en el departamento de marketing de una prestigiosa firma de cosméticos y Jack dirigía una empresa de publicidad, por mi parte les comenté en qué consistía mi trabajo, y como decoradora de interiores les expuse mi criterio sobre el restaurante. Por supuesto en mi mundo todo vale, solo depende del gusto y el cariz que cada uno le quiera dar, o por lo menos eso es lo que pienso. Nada es imprescindible, nada es inalterable, nada es inadecuado, solo depende de conocer a la persona que te encarga su hábitat y personalizar su estilo. Así es como yo trabajo y como me gusta hacerlo aunque muchos decoradores no estén de acuerdo conmigo y por lo tanto no entre en su status de decoradora cool. Contrariamente a lo que se pueda creer, es mucho más fácil que te entreguen las llaves de un apartamento y decorarlo con las ultimas tendencias, en vez molestarse en conocer a la persona que va a vivir cada día en él e intentar combinar la practicidad con el diseño, para que cuando llegue a su hogar además de ver creatividad adquirida pueda sentir que de cada estancia surge un rincón acogedor y pueda encontrarse cómodo. Quizás por este motivo me había convertido en una experta examinando a la gente, su comportamiento, sus manías, sus predilecciones, sus gustos, sus ilusiones, esta mal decirlo, pero realmente había conseguido convertirme en una “psicóloga” o más bien una “Sherlorm Holmes” analizando e indagando el estilo de vida de cada persona, revelando así conceptos que incluso a veces ni si quiera ellos conocen o más bien no advierten. Los detalles mínimos, podría decirse que inapreciables para algunas personas son los más importantes y por los que descubres la verdadera personalidad de cada uno.
Después de dedicarles una agobiante versión de mi cualificado criterio (siempre acabo excediéndome) decidí callarme de una vez, no suelo ser mujer excesivamente charlatana, sin embargo cuando las conversaciones apuntalan a un tema que me gusta, sin darme cuenta me engancho al vagón del tren sin si quiera pagar peaje. En cuanto volví a ser muda, Melany ya había repuesto las fuerzas suficientes para un nuevo ataque, así que hubo tertulia para largo, su conversación fluida y sin empalagolismos, hizo sinceramente que creyera que aunque fuéramos tan distintas podríamos incluso llegar a ser amigas. Me sentía a gusto con ella, no me hacia sentir ningún patito feo, no me miraba con curiosidad superlativa ni con supremacía, así que conseguí relajarme y ser yo misma. Jack nos escuchaba a las dos embelesadamente, sin importarle en lo más mínimo no ser el centro de atención, tampoco parecía que se aburriese oyendo a dos mujeres charlando durante horas. Melany, me había contado bastante sobre ella durante la noche, así que decidí cambiar el rumbo de las conversaciones y comencé haciéndole preguntas algo personales a Jack, aunque al fin y al cabo eran las típicas cuestiones rutinarias.


Al dia siguiente decidí ir a una excursión para socializarme un poco más, creo que después de la velada nocturna empezó a gustarme la idea de conocer gente, había estado en clausura desde que llegué y Melany y Jack me recordaron lo que es volver del exilio y la verdad es que no estaba nada mal. Así que ni corta ni perezosa esa mañana me propuse ser la mujer más sociable y más animada posible de la excursión y emprendí mi aventura por la isla acompañada de un manojo de personas de lo más variopintas. Nada mas subí al autobús me dispuse a examinar mi entorno, lo cierto es que prometía, seguro que iba a resultar un episodio de lo más interesante. El tour por la isla fue impresionante, recorrimos los sitios más importantes, al norte nos encontramos con las míticas ruinas Mayas, al punto sur descubrí a la poderosa Diosa IxChel gracias a los extensos conocimientos de nuestro experto guía, un hombre menudo y de apariencia casi insignificante que crecía admirablemente cuando sus sabias palabras llegaban a nuestros oídos, su fascinación por la Diosa IxChel y su profunda voz, transformó lo que era mera información educativa en un relato atípico que todos seguimos con ferviente curiosidad y ojos como platos.
Después del recorrido cultural, el tour nos llevo a la región éste de Cozumel a lo largo de un camino escénico con lo más hermoso de sus playas. Nosotros como simples mortales éramos incapaces de captar tanta belleza al unísono, aquel paisaje paradisíaco se escapaba de nuestro alcance de visión, claro que hicimos lo que pudimos y por lo menos yo intenté retener a través de mi retina la mayor información posible de colores limpios y transparentes grabándolos en mi mente para poder recordarlo cuando la ocasión lo requiriese. Los amigables delfines nos instruyeron con sus sonidos y sus peripecias poniendo el punto y final perfecto para tal ocasión.
Llegue destrozada a la habitación, había sido un dia intenso y provechoso, y aunque no me apetecía demasiado, fui metalizándome para asistir a la fiesta organizada por el Hotel aquella noche. Esmeré excesivamente mi apariencia, preguntándome a mi misma porque intentaba destacar entre las demás, como si no me conociese, ¿A quien quería engañar?, estaba claro que Jack me atraía, demasiado diría yo….”otra vez no Carlota” me dije a mi misma, pero como siempre, mis impulsos ganaban a mi razón.

Cuando puse los pies en el ascensor y se cerraron las puertas, noté un desasosiego interior, estaba tan nerviosa como en una primera cita, en mi estomago se encontraban miles de mariposas agitando sus alas impunemente y sin ningún pudor, como si estuvieran encerradas sin encontrar la salida al exterior. Intentaba relajarme, porque mi cara era todo un poema, tenía la mandíbula encajada por la tensión de tal forma que mi rostro se transformaba en algo rígido e inexpresivo que de vez en cuando hacia muecas absurdas y descontroladas. Por ejemplo, si quería corresponder a alguien con una sonrisa, mis labios desobedecían las ordenes yendo de un lado para otro como intentando encontrar la posición correcta sin conseguirlo por supuesto, y yo que me daba cuenta de tales situaciones me bloqueaba sin saber como reaccionar, supongo que más de una vez alguien habrá pensado que estaba un poco tonta, o que había bebido demasiado. En fin, un defecto como al que le sudan las manos cada vez que tiene que saludar a alguien, o tartamudea, o se pone rojo como un tomate, o suda como un cerdo... Que le vamos a hacer, en numerosas ocasiones no somos dueños de nuestras propios reflejos y casi todos tenemos algún defectillo del que no podemos escapar. Conociendo de sobra mis molestos defectillos, intenté suavizar mis facciones relajándome todo lo pude, empecé con mi sonido favorito: auuuuuummmmmmmmmmmm, en tono bajo notando como me retumbaba por toda mi caja torácica hasta llegar a las cavidades resonantes de mi cabeza. Una vez en este punto suelo comenzar a tararear suavemente la primera canción que se me pasa por la mente, y esto consume el fin del Apocalipsis tensorial.
Cuando salí del ascensor ya estaba completamente curada, si, todavía revoloteaban mariposas en mi estomago, pero con delicadeza. ¿Por qué me había puesto así? ¿Qué me estaba pasando? Estas situaciones drásticas solo me ocurrían de vez en cuando ¡Gracias a Dios!, y fue en momentos claves de mi vida, como si tuviera premoniciones de algo que tenía que llegar. Lógicamente, las circunstancias originaron una inmensa comida cerebral, es decir, iniciaron el zafarrancho de preguntas incesantes dentro de mi modesto cerebro, menos mal que fui salvada por la campana o más bien por mi llegada a la sinagoga festival, y digo bien sinagoga por que aquello parecía un templo adornado de comida por doquier. Unas larguísimas y rectangulares mesas vestidas con manteles de hilo tostado y brocados y candelabros con aires de rococó que alumbraban las gigantescas torres de frutas, así lo demostraban. Las luces eclesiásticas cerraban aquel escenario dando un ambiente de lo más peculiar.
Me pregunté de donde había salido tantísima gente, el hotel no era muy grande, era imposible que todas aquellas personas estuvieran alojadas en él. Más tarde me enteré de que los sábados la gente podía entrar aunque no se alojaran allí. El olor a mar mezclado con la música caribeña era el toque perfecto para la ocasión. En aquel bullicio y con aquella tenue luz era casi imposible distinguir a alguien conocido, sin embargo la mirada de Jack se cruzó irremediablemente con la mía, las mariposas empezaron a resurgir de su sosiego, y yo intentaba que mi rostro no reflejara la alegría y emoción que sentía mientras Jack se acercaba hacia a mí.
-¡Vaya Carlota! ¡Estás increíble! ¡Esa escapadita por la isla te ha sentado de maravilla!
-Gracias. Eres un adulador. –Contesté intentando no mirarle fijamente- ¿Y Melany?
-Está en su habitación, no se encontraba bien, parece ser que lo de navegar no es lo suyo.
-¡Vaya, si que lo siento!-mentía descaradamente, ¡Me alegraba! ¡Me alegraba muchísimo, claro!
-Mi señora, si hicieseis el honor de ser mi dama por esta noche, sería el caballero más afortunado del reino-dijo mientras extendía su brazo caballerosamente.
-No dudéis mi señor, que el honor será mío.
La noche se me hizo terriblemente corta, pasamos toda la velada charlando, riendo y bailando, Jack era increíble, ¿Dónde había estado metido este hombre? ¿Por qué no lo encontré antes que Melany? ¡Una lastima! Casi podría dársele el calificativo de hombre perfecto, caballeroso, sociable, encantador, seductor, ameno, atento, así podría seguir casi indefinidamente y para colmos de los colmos era atractivo el puñetero. ¿Qué ocultaba? Nadie podía ser así, ¿Qué defecto oculto tendría? ¿Será impotente? ¿Será un eunuco? ¿Se estará muriendo? Mira que eres bruta, me decía a mi misma, mientras intentaba por todos los medios que puede llegar a adquirir una mujer, desvelando aquel misterio, a decir verdad no solo usaba mis armas para tal fin, estaba coqueteando con él descaradamente y sin ningún pudor porque me gustaba, ¡Jack me gustaba!, jamás pensé que podrían salir de mi boca otra vez esas palabras, creí que ya no existiría ningún otro hombre en mi vida. Sinceramente no me acordé de Melany en toda la noche, para mí no existía, ¡Que ilusa! Porque como toda cenicienta dieron las campanadas y tuve que volver a mi realidad, y la realidad era que Jack estaba comprometido con otra mujer. ¡Se sensata Carlota! ¡Olvídate de él! Solo había sido una noche extraordinaria con un hombre perfecto nada más. Pero mis sentimientos empezaron a aflorar sin medida, y la Carlota luchadora pedía guerra….

_____________________________________________________________________________________

Hace 4 años ya que empecé esta historia...Como la mayoría de mis historias, está inspirada en una canción de Juan Perro, Cozumel. Para tí Carlota... y para todos los que la quieran oir...

viernes, 25 de junio de 2010

Día 4

Hoy me he encontrado algo que comenzé hace justo hoy dos años... hay que ver como pasa el tiempo...es el comienzo de lo que tenía que ser una novela... han sido dos años de muchos cambios personales, sólo tiene 20 páginas de momento, ya veremos si algún día la retomo, o simplemente empiezo algo nuevo. Se titula Sortilegios de luna , la idea surgió debido a una canción, Alicia de Enrique Bunbury, os dejo la primera página.





Alicia expulsada al país de las maravillas,
Para Alicia hoy, es siempre todavía.
Alicia viajando entre lunas,
de charla con musarañas.
Alicia tejiendo las nubes,
con tela que nunca se acaba….



Alicia
Letra y música Enrique Bunbury


Alicia siempre había sido una soñadora. Sus bolsillos llenos de ilusiones la habían encaminado siempre hacia un mundo irreal, un mundo imaginario creado por ella. Contaba como el viento le hablaba, los arboles le susurraban y el rio le cantaba. Los que la conocían comentaban de su ligera locura, o de sus rarezas, no se podía com-prender de otra forma, pero Alicia no estaba ida, nada de eso, la gente suele asignar un nombre a lo que no comprende o lo que no entiende, o lo que se sale de lo “normal”. Ella solo disponía de dos opciones, ver su triste realidad o no, tan sencillo como eso. Quizás de otro modo no hubiese podido sobrevivir, un alma tan frágil y delicada como la suya estaba predestinada a sufrir. Sus inconscientes alas la elevaban continuamente hacia mundos abstractos que solo ella entendía, se escondía oscura ante las inmundicias del mundo que la rodeaba, adoptando un rol que muy pocas personas entendían.
Su menuda y delicada constitución, engrandecía sus facciones; labios carnosos, ojos exageradamente grandes y ligeramente almendrados. Una inmaculada piel lechosa adornada por cascadas de perfectos rizos negros, infundía una curiosa atracción sin control hacia algo desconocido e inusual. Alicia, hermosamente distinta, sin nombre, sin identidad, sin realidad. Su belleza cautivaba, encandilaba y embrujaba. No todos los días viajaba, a veces, se quedaba. Entonces, nadie diría que pudiera parecer un ser extraño, o diferente, dedicándose en cuerpo y alma a complacer a los demás. Quien había estado con Alicia no volvía a conocer el placer de otra forma, se engan-chaban a ella como un bebe a su teta, ansiosos, chupópteros empedernidos intentando exprimirla al máximo, y ella, les ofrecía su piel, su sabor, se entregaba tal cual, sin pretensiones, sin esperar nada a cambio.

domingo, 11 de abril de 2010

Día 3


Ayer por casualidad, buscando algo "decente" que ver en la Tv...me encontré con un documental en la 2. Los niños de Rusia, un pedazo de nuestra historia, que yo desconocía. Por supuesto que había oido algo del tema, de la cantidad de niños que enviaron fuera de nuestras fronteras al inicio de la guerra civil, pero nunca me informé o tuve la curiosidad de conocer más de cerca el tema. Después de ver el documental, me dí cuenta de lo poco que sabemos o hemos querido saber nuestra generación, no de la guerra civil en sí, datos que te enseñan obligatoriamente en la escuela, si no, de algo que va más allá de una guerra, las experiencias y vivencias de todas esas personas que se encontrarón de bruces con algo tan horrible. Mi abuela en alguna ocasión me llegó a contar algo... pero claro, yo era una tonta adolescente que no hacía mucho caso de esas historias, algo de lo que me arrepiento por no haberla escuchado mucho más, y de no disfrutar como debí de su compañía y su sabiduría. Qué lástima que nuestros mayores estén tan infravalorados, vivimos tan ansiosamente, tan precipitadamente, tan egoístamente, que no nos damos cuenta de lo que estamos dejando por el camino.

Volviendo al tema por el cual escribo estas lineas... que si no me enrollo...ayer, me di cuenta de lo ignorante que soy, algo que pretendo corregir día a día. Nunca me gustó la política, jamás he sido partidaria de nada, ni he participado en nada que tuviese que ver con ella. Aunque sigo pensando igual, he visto que hay una visión diferente en cada guerra, y esa visión es la que yo quiero conocer y quiero saber. Así que estoy en ello, si alguién tiene información sobre este tema, estaré agradecida de que me lo comente.


Por si le interesa a alguien, el documental está dirigido por Jaime Camino y se titula Los niños de Rusia, he visto que se puede ver online.






jueves, 8 de abril de 2010

Día 2...

Hoy necesito escribir...necesito expresarme, necesito volcar sobre las teclas de mi pc toda la fustración que siento en estos momentos. Realmente no es algo tan importante ni tan nefasto, con todos los problemas tan graves que hay en el mundo, lo mío es algo tan insignificante!! Sin embargo, por mucho que quiera aliviar a mi mente de ello, soy incapaz de conseguirlo... parezco una quinceañera, totalmente volcada en decidir que hacer con esta relación. Mujer separada de 43 años y con dos niños adolescentes... me miro al espejo y no me lo puedo creer!! ¿Cómo he llegado a este punto? ¿En qué parte de esta historia me perdí? Estoy en el momento en que la razón me dice que abandone, pero no tengo el valor o las suficientes ganas para hacerlo. Desde el principio supe en lo que me metía, pensaba que podría ser una mujer de ahora, moderna, liberal, sin tapujos en la relación. Sí, una de esas relaciones tan usuales a día de hoy..."amigos" sin compromisos, sin problemas, sin ataduras, sólo para las cosas buenas... se supone. Pero como en todo, la teoría es mucho más fácil que la práctica, y acabas enamorandote de tu "amigo" por lo que las reglas del principio ya no sirven, y se quedan absoletas. Y... llegados a este punto... ¿Qué hacer? ¿Abandonas sin realmente motivo para ello? ¿Sigues viviendo una mentira? Si, una mentira, porque yo ya no quiero que mi "amigo" solo me vea como tal, necesito más, necesito que él también me ame, que me necesite, que me eche de menos, que se muera por estar conmigo... ¿Necesito una pareja...? Espero que no!! Después de mi separación lo cierto es que no estoy por la labor de convivir con otro hombre por lo menos de momento ( ya no pongo la mano en el fuego por nada...) Dios!! Qué lio!! ¿Cómo puede ser que a mi edad este todavía en este punto de no tener claro nada?

viernes, 2 de abril de 2010

Día 1

Me gusta escribir, me gusta reflexionar, me gusta aprender, me gusta escuchar, me gusta vivir. Aún no tengo ni idea de que voy a escribir en este blog... supongo que lo que cada día al poner mis dedos sobre el teclado me surga.. asi soy yo. Sin ideas fijas o proyectos muy definidos, ir sobre la marcha, aunque a algunos les parezca inmaduro supongo, dado que a mi edad debería tener las cosas y las ideas mucho más claras, por lo menos eso es lo que se espera o lo que se pretende en esta sociedad, y digo yo... Quién tiene las ideas claras? lo único que sé, es que no quiero cambiar mi forma de ser. Con ello no quiero decir que no se tenga que aprender y mejorar, por supuesto, a fin de cuentas, soy un completo desastre, y por lo tanto, tengo mucho que mejorar, pero hay defectillos que no quiero perder en mi evolución como persona. Quizás no es bueno pensar asi... pero pienso que hay cosas de uno mismo que nos definen y nos diferencian del resto sea bueno o malo y no debe cambiarse. En fin, como he dicho, todavía no tengo muy claro que voy a escribir en este blog... unas veces hablaré de mi, otras serán relatos, otras algún poema... ya veremos.