miércoles, 16 de marzo de 2011

Día 22

La noche llenaba de soledad su cama y decidió salir a pasear un rato. Hacía una estupenda noche, casi veraniega y nada más respirar el aire al salir de su puerta se sintió viva de nuevo. Ataviada con un ligero vestido rojo y una fina chaqueta comenzó a andar por su barrio. Sin saber casi como, acabó en un pub que estaba cerca de la barriada. El humo nada más entrar y las luces de color ámbar la trasladaron junto con la música que sonaba a otro espacio, fuera de ella, tal como necesitaba.  Absorta en su ensimismado viaje extra corporal, no se había percatado del chico que se acercaba hacia ella hasta que le saludó, bajándola estrepitosamente de su excursión particular. Parecía un chico agradable para conversar un rato, educado, ameno y atractivo, así que decidió darle la atención que creyó se merecía, intentando descender de aquellas nubes en las que hasta hacía unos breves minutos se encontraba tan abstraída. Conforme pasaban las horas, pensó que realmente si tuviese unos años más sería un hombre perfecto para ella. Quizás debería haber nacido unos años después o él unos años antes y el destino les jugó una mala pasada...Mientras procuraba seguir la conversación,  su cabeza no dejaba de pensar además en otros asuntos. ¿Qué estaba haciendo allí charlando con un completo desconocido en vez de estar con el hombre del que estaba enamorada? ¿Debería volver a rendirse a sus pies como tantas otras veces y decirle que lo que realmente siempre había querido era seguir con él? ¿Declararle que su huida era sólo para que por una vez fuese él el que se rindiera a sus pies? ¿Qué necesitaba sentirse alguna vez adorada y necesitada? ¿Qué estaba harta de sentirse un trapo al que coger cuando él lo requería? ¿Por qué no había vuelto a por ella? ¿Por qué simplemente se conformó sin más? Se respondió así misma, pensando en que él nunca la había amado lo suficiente para tal fin. Realmente no tenía nada más que hacer con aquel asunto, nada...
Decidió cerrar una de las tantas puertas que tenía abiertas todavía, tomó sin pensar en aquel momento aquella decisión, como si la espontaneidad de aquella decisión fuese la solución que el destino ponía en su camino. Estaba decidida, una oportunidad y se iria con aquel chico. ¿Por qué no?
Cuando despertó en aquel desconocido cuarto, en una cama extraña y con aquel ánonimo chico a su lado, supo inmediatamente que jamás volvería a hacer algo así. El vacío que sintió al no ser la persona a la que quería ver a su lado la dejó apabullada y confundida. Se vistió sigilosamente y salió sin despedirse. Míró por unos segundos antes de irse a aquel chaval mientras dormía y se preguntó si hubiera sentido la misma sensación de no tener su corazón ocupado...
Al salir a la calle, un escalofrío recorrió todo su cuerpo. La humedad del ambiente le calaba tras la chaqueta, eran las siete, no había llovido pero el suelo estaba mojado.


Ya aparecen los fantasmas, ya hace tiempo que quisiera estar contigo...