sábado, 6 de agosto de 2016

Día 52

El calor denso y opaco parecía que bloqueaba su mente. Nunca se había sentido tan perdida. Cerraba sus ojos a menudo al mismo tiempo que respiraba hondo deseando que al abrirlos  la temporada otoñal empañara los cristales de su ventana. Pero no era así. Seguía haciendo un calor insoportable. Era la primera vez en su vida que odiaba con todas sus fuerzas aquel calor y que esperaba que pasase lo antes posible sin pena ni gloria. Solo dejándose llevar, como si al hacerlo fuera mucho más fácil de canalizar todo aquel sentimiento de rabia y de desasosiego que sentía. La espera parecía eterna y entre tanto su vida solo era un lapsus en el que debía de sobrevivir lo más entera posible. 
Al mismo tiempo, la rutina la estaba matando. Necesitaba un soplo de aire fresco. Quizás por eso deseaba tanto que terminase el verano aquel año. Se sentía encerrada en su propia jaula que había diseñado con tanto esmero y se estaba asfixiando. Era imprescindible que algo o alguien la empujara hacía un abismo del cual tuviera que salir para volver a sentir que estaba viva de nuevo. Cada mañana se miraba al espejo sin reconocer quien había sido. Pensaba que la persona que recordaba realmente nunca había sido ella, como si hubiese estado haciendo un papel. Como un espejismo de alguien que ella diseñó, todavía sin saber porque. Todo a su alrededor, todo lo que había sido le resultaba extraño. Solo su infancia seguía coherente con su ser. Solo en su niñez se sentía identificada. Todo lo demás, toda su vida anterior pensaba que era un absurdo guión del que tuvo consciencia un día sin más para poder ver su rostro tal cual era. 
Volvió a cerrar sus ojos.. esperando que el amanecer le trajera las primeras gotas de lluvia y aire fresco para poder respirar hasta el verano siguiente.