sábado, 6 de agosto de 2016

Día 52

El calor denso y opaco parecía que bloqueaba su mente. Nunca se había sentido tan perdida. Cerraba sus ojos a menudo al mismo tiempo que respiraba hondo deseando que al abrirlos  la temporada otoñal empañara los cristales de su ventana. Pero no era así. Seguía haciendo un calor insoportable. Era la primera vez en su vida que odiaba con todas sus fuerzas aquel calor y que esperaba que pasase lo antes posible sin pena ni gloria. Solo dejándose llevar, como si al hacerlo fuera mucho más fácil de canalizar todo aquel sentimiento de rabia y de desasosiego que sentía. La espera parecía eterna y entre tanto su vida solo era un lapsus en el que debía de sobrevivir lo más entera posible. 
Al mismo tiempo, la rutina la estaba matando. Necesitaba un soplo de aire fresco. Quizás por eso deseaba tanto que terminase el verano aquel año. Se sentía encerrada en su propia jaula que había diseñado con tanto esmero y se estaba asfixiando. Era imprescindible que algo o alguien la empujara hacía un abismo del cual tuviera que salir para volver a sentir que estaba viva de nuevo. Cada mañana se miraba al espejo sin reconocer quien había sido. Pensaba que la persona que recordaba realmente nunca había sido ella, como si hubiese estado haciendo un papel. Como un espejismo de alguien que ella diseñó, todavía sin saber porque. Todo a su alrededor, todo lo que había sido le resultaba extraño. Solo su infancia seguía coherente con su ser. Solo en su niñez se sentía identificada. Todo lo demás, toda su vida anterior pensaba que era un absurdo guión del que tuvo consciencia un día sin más para poder ver su rostro tal cual era. 
Volvió a cerrar sus ojos.. esperando que el amanecer le trajera las primeras gotas de lluvia y aire fresco para poder respirar hasta el verano siguiente. 


viernes, 4 de marzo de 2016

Día 51

El olor a madera impregnaba todo el local. Ella se sentó como tantas otras noches al lado de la barra en uno de los pocos taburetes que habían. Solía ir siempre al mismo sitio a tomar algo para sentirse algo más acompañada los días esos en los que la soledad le pesaba tanto que se hacía insoportable. Como un animal de costumbres, entraba, se dirigía a la barra y se quedaba allí. Pocas veces hablaba con alguien, pocas veces le dirigían la palabra, era como si en su frente llevara claramente el letrero de "no molestar".  ¿Quién quiere conocer a un alma perdida? Su tristeza y soledad traspasaba los muros de toda barrera invisible, ese espacio inerte tan preciado para muchos y tan fácil de derrocar para otros. 
Sintió la calma del momento, o quizás fue el whisky. Todo a su alrededor era bullicio y risas, pero ella solo oía la melodía que estaba sonando en aquel momento, no la conocía y le gustó. Por un momento pensó en preguntar al camarero el titulo de aquella canción pero dudó y aquella pequeña indecisión hizo que pasará el momento auge para dejar de lado completamente aquella opción. Giró su cabeza a la derecha mirando a una pareja que coqueteaban libremente mostrándose efusivos gestos de amor. Era lo último que necesitaba, así que hizo como si no se hubiese fijado en aquello y observó a un grupo de personas que se encontraban al fondo gritando como si no hubiera un mañana. Seguro celebraban algo, pensó. Intentó adivinar quién era el afortunado del cumpleaños, compromiso o .. ¿Ascenso? Qué estupidez intentar saber quienes son, dónde van o que ilusiones pueden tener. ¿Habría en aquel momento otra alma solitaria en otro lugar, en otra ciudad, pensando lo mismo que ella? ¿Haría lo mismo? ¿Quedarse en la barra de cualquier bar con un letrero en la mente ahuyentando cualquier abismo de sociabilidad? ¿Qué pasaría si todas esas almas se encontrasen en el mismo lugar, en el mismo bar y se vieran reflejados así mismos? 
Tras las numerosas botellas de licor de la pared había un espejo y por unos segundos sin querer vio su rostro en él. 

miércoles, 27 de enero de 2016

Día 50

     ¿Cuantas veces has estado ya allí? ¿Cuantas veces te has preguntado lo mismo? Cuantas veces...¿No has aprendido aún la lección? Al final siempre sigue siendo lo mismo. ¿No te das cuenta? ¿Qué más necesitas para ver la verdad? Es agotador... Otra vez mirando como el humo de tu cigarro se esparce por toda la habitación, otra vez a oscuras mirando el infinito, otra vez intentando sacar algo de ti misma que no aparece. ¿Cuanta mierda más necesitas para reaccionar? ¿Porqué no dejas de ser una mera observadora y tienes los cojones de vivir? ¿Porqué no dejas de esperar al hombre que te salve del desastre? Esto no es un cuento de hadas. Nadie puede salvarte, NADIE. 
       -Vete por favor. 
       Su tono era tajante. Él ladeo su cabeza y la miró mientras ella fumaba con la mirada fija en el techo. 
       -Puedo quedarme...-Le dijo mientras se sentaba al borde de la cama.
       -No. Vete.