martes, 23 de noviembre de 2010

Día 17

Hacía un día esplendido pese al frío, ni una sola nube gris. Se respiraba todo el frescor de las montañas mientras el sol irradiaba en todo su esplendor consiguiendo casi una temperatura primaveral. Era la mañana siguiente a su llegada, aquella casita rural era el toque perfecto para un fin de semana especial. Cuando llegó la noche anterior coincidió con una pareja de recién casados, una familia con un par de niños y un grupo de chavales. El comedor rústico y acogedor le hicieron sentir cómoda, pero sobre todo la chimenea, le encantaba pasar horas mirando el fuego, le relajaba y le sosegaba. A la hora del café todos los allí reunidos comenzaron una tertulia, contando historias, anécdotas, sucesos.. Intentó integrarse en aquella variopinta reunión, todos eran amables y agradables, sin embargo no conseguía entrar de forma fluida sin esfuerzo...
La idea de escapar de todo y de todos no estaba siendo como ella esperaba...unos cientos de kilómetros no eran suficiente para huir de la realidad. Ni siquiera había terminado de instalarse y decidió volver a irse. Un fin de semana lejos de la ciudad...pensó..pero como todas las decisiones que últimamente tomaba, era impulsiva y descabellada. Descabellada en cuanto a sus perspectivas claro, en ocasiones seguir los impulsos que te dicta tu corazón o tú intuición son buenos, siempre y cuando asumas que si el resultado no es el esperado tengas las fuerzas suficientes para no hundirte más..
En ocasiones es fácil seguir esos impulsos. Cuando salen bien nos hacen ser más impulsivos aún y sentirnos más decididos, por el contrario cuando no llegan a buen puerto, perseveramos en nuestro intento por seguir llevándolos a cabo, ya que siempre pensamos que al siguiente nos saldrá todo de maravilla por que la racha de los malos tiempos o las malas intuiciones en algún momento tiene que parar...
Pensó en que sería buena idea conocer gente nueva, compartir otros momentos con gente desconocida, abrir su corazón y su mente al exterior, pero no se daba cuenta que aún no estaba preparada para ese paso. Subió a su habitación pero no podía dormir, se sintió enormemente sola y perdida, en una cama ajena, con gente desconocida y completamente fuera de lugar. En otro momento hubiera disfrutado enormemente de aquel sitio, en otras circunstancias sería el espacio idóneo para ella, pero se dio cuenta que por muy maravilloso que sea un paisaje, o hermosa que sea una ciudad o estupenda que fuera la gente que compartía su viaje, todo, todo eso es algo inútil cuando uno no se siente preparado para admirarlo y disfrutarlo. El efecto era el contrario a lo que ella pretendía, toda aquella perfección a su alrededor se volvió hacía ella para notar aún más su soledad.
Siempre que la melancolía se apoderaba de ella caía en las redes de la memoria y los recuerdos, esos tan difíciles de borrar cuando además con el tiempo se magnifican irracionalmente. Había tenido mucha suerte pensó, y recordó lo maravilloso que fue sentirse lo mas hermoso del mundo para otra persona, ahora sólo le quedaba seguir su camino e intentar cerrar esa puerta tan valiosa para ella.
La luz de las velas reflejaban su  rostro, el humo del cigarrillo recorría la habitación, en sus oídos resonaba una y otra vez una dulce melodía. Con voz tenue y apagada tarareaba la canción "Tú eres hermosa.."  "Tú eres hermosa para mí..."


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