viernes, 27 de junio de 2014

Día 39

Empezaba a mantener la calma... veía como sus ojos decían lo contrario, pero sabía que en cuanto pronunciase un par de palabras todo volvería a su cauce. Era sin más una de esas situaciones en las que quieres escapar pero tu cuerpo te desobedece marcando su posición. Alrededor sólo había una mesilla antigua con cierto encanto y dos copas de vino ya saboreadas. Miró hacia su izquierda dónde estaba la mesilla y pensó, pensó en como poder salir de aquel atolladero en el que se había metido. Volvió su mirada al frente, fijamente, hacia la mirada desafiante que estaba intentando descifrar desde hacía unos minutos. Sacó un par de cigarrillos ofreciéndole y encendiéndose uno de ellos. Exhalaba el humo justo en cada pensamiento, medio cerrando sus ojos, como si aquel humo fuese a darle las respuestas que tanto necesitaba.
El cigarrillo se acababa y no conseguía encontrar las palabras necesarias, la confusión en su mente se empezaba a notar de forma innegable. Intentó hacerse con algo más de tiempo y rellenó las dos copas vacías,  cada vez sentía como se le escapaba la situación, no conseguía deshacerse de toda aquella palabrería que no iba a ningún lado. Comenzó a hablar él. Ella bajo su mirada hacia la copa de vino que llevaba en la mano mientras le daba pequeños círculos haciendo que el vino se balancease. Pegó un sorbo y volvió a mirarle a los ojos mientras escuchaba atentamente aunque realmente su cabeza estaba en otro sitio. Se sentía culpable por no atender la conversación adecuadamente, pero le resultaba imposible. Observaba su boca mientras hablaba, y,  volvió a ausentarse por unos segundos. Ya no cabía duda, estaba claro.


Fin de la conversación

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